Pequeños míos

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Capítulo 4.

Me mira desde la barra con un deje divertido al ver mi reacción con su repentina aparición. Intento cerrar la boca ante mi sorpresa pero sin resultado alguno ya que ningún músculo hace el esfuerzo por despertarse.
Me mira sonriendo y con mucha paciencia.
-¿Está usted ahí?
+Sí.
Menos mal que puedo articular alguna que otra palabra, aunque sean monosílabos.
Vuelve a mostrar su maravillosa dentadura bien cuidada. Le doy un rápido repaso. Viste con traje negro y una finísima corbata del mismo color. La melena revuelta... está precioso.
Me sigue observando con sus ojos verdes.
-¿Me podría servir un café por favor? Señorita.
+Claro.
Me doy la vuelta y comienzo a preparárselo.
+Nunca le había visto por aquí, Rubén.
-Te acuerdas de mi nombre...
+Un punto a favor para mi entonces.
Sonreímos al mismo tiempo.
-No suelo desayunar en bares, prefiero hacerlo en mi casa, pero hoy, al verla en la acera esperando junto a la puerta, me hizo entender que me apetecía beberme un café con su compañía.
No puedo evitar ruborizarme. ¿Por qué siempre me pasa cuando estoy con él? No lo logro entender.
Le sirvo el café en una taza y se lo entrego.
+¿Quiere algo más?
-No, gracias, Alicia.
+Serán 80 céntimos.
Me entrega un euro y le devuelvo lo que sobra.
+¿A qué se dedica?
-Trabajo en una editorial, Pixis, no se si te suena, no es que sea muy famosa, pero si se está dando a conocer.
¿Cómo no me va a sonar? Esa revista donde solo se ven chicas anoréxicas con muy poca ropa  posando ante una cámara. Hoy en día todo el mundo quiere tener un físico así. Yo no. Prefiero salir rodando a que puedan hacer con mis huesos un caldo.
-Un día de estos podrías pasarte y yo, con mucho gusto, te enseñaría cada centímetro de ese lugar.
Oh, tengo una oportunidad de volver a verle, aunque tenga que aguantar como cientos de chicas le miran babeando mientras me enseña la editorial. Y la verdad... no me importa.
+M..me encantaría.
-Señorita López, haría cualquier cosa por volver a verla. ¿Qué te parece mañana? Vendré a recogerte a la puerta de tu casa, como una princesa.
+No quiero ser una princesa.
-Conmigo lo serás, pequeña. Hasta luego.
Me guiña un ojo y sale por la puerta por la que entro hace apenas 20 minutos sonriendo como un niño pequeño. Esto se está poniendo interesante. Cálmate Alicia, no pienses en él. ¿Te estás enamorando? Hace menos de un día que le conoces. Pero claro, tu eres así, enamoradiza, y Rubén es perfecto.
¿Tendrá algún defecto? ¿Algo que me quiera ocultar?

domingo, 8 de septiembre de 2013

Capítulo 3.

Abro en silencio la puerta del apartamento. Dejo las llaves y el bolso en la mesita que hay justo a la entrada junto al gran jarrón con rosas blancas, mis preferidas. Me dejo caer en el sofá mientras mi mente recapitula todo lo sucedido en esta noche.
Los cosmopolitan a los que me invitaba Carlos, ese chico con el que me acosté.
Las lágrimas que corrían por mis mejillas hace apenas unos minutos.
Y el encuentro con Rubén...¿volveré a verle? ¿querrá volver a verme el a mi? No creo, solo basta con mirarme. Si no fuese por estos tacones que me he puesto hoy habría parecido uno de los enanitos de Blancanieves junto a él. No es que sea muy baja pero tampoco me siento alta. Como me decía mi padre ''las mejores esencias se sirven en frascos pequeños, mi pequeña Alicia'' aún recuerdo esas palabras, le echo de menos. Todo por culpa de ese accidente de coche...
Tengo la piel blanca, normal, no me gusta ir ni a la playa ni a la piscina. Y estos ojos que tengo, color miel, no me gustan, se ven demasiado grande para mi cara.
Me levanto del sofá, me ducho en apenas 5 minutos y me acuesto en mi cama de matrimonio. Dejo que mi mente se relaje pensando en lluvia y paraguas amarillos.

Las 8:30 de la mañana. Me despierta el sonido de los pájaros que llegan por la ventana. Voy al armario para buscar la ropa con la que iré a trabajar hoy. Menos mal que nos dejan vestirnos como queramos. Cojo una blusa coral con unos pitillos y unas All Star. Entro al baño y logró terminar de maquillarme, peinarme y prepararme en 15 minutos. Me queda un cuarto de hora para tener que estar en la puerta del bar. Me como una manzana y salgo sin olvidarme de todo lo necesario.
Menos mal que no está lejos y puedo ir caminando, que sino tendría que coger un taxi. No, no se conducir, soy una negada para esas cosas.
Llego a la puerta cuando faltan 2 minutos para las 9 de la mañana y veo que mi jefe llega en su Porsche 911.
Sale del coche y viene junto a mi con su deslumbrante sonrisa.
-Buenos días Alicia.
Me da dos besos y un abrazo. Un poco raro en él.
+Eh.. Buenos días Kevin.
Abre la puerta y me deja pasar a mi primera. Voy a nuestro reservado y dejo ahí mis llaves y mi abrigo, dijo el hombre del tiempo que iba a refrescar a partir de las 18:00.
Salgo y me pongo detrás de la barra, esperando como siempre, a nuestros primeros clientes del día. Suelen ser una pareja de ancianos, los cuales se pasan aquí la gran parte del día. A mi no me importa porque son muy agradables, pero a Kevin si, no entiendo el porqué.
Limpio la barra cuando un hombre entra por la puerta, no me fijo de quien se trata hasta que me habla.
-Buenos días, señorita López.
No me lo puedo creer. Él.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Capítulo 2.

No puedo evitar mirarle de reojo, ahora que me doy cuenta, todavía no lo he mirado bien. Pelo negro y ojos verdes, una fina nariz y unos labios carnosos. Me doy cuenta de que me está observando y eso hace que me sonroje. ¿Cómo no me he dado cuenta? Que vergüenza...
-¿Pasa algo pequeña? Te has sonrojado.
Pequeña. La forma en que lo dice es muy cautivadora, podría pasar una tarde solo escuchándole, tiene una voz realmente dulce. Sus ojos verdes brillan de diversión, seguro que es porque me he vuelto a sonrojar, odio que me pase eso.
-¿No contestas? ¿Tanto te intimido, pequeña?
+A mi nadie me intimida, señor.
-Oh, señorita, no me desafíe. 
No entiendo el porqué, pero de pronto me siento segura junto a él, relajada, hace mucho tiempo que no me siento así y es una sensación realmente satisfactoria. La última vez que me pasó fue con Hector. Tengo que olvidarle, enterrar el pasado de una vez por todas. Nunca volveré con él y la verdad, ahora mismo no me apetece. Estoy con un chico que acabo de conocer y me siento feliz. Por cierto, eso me recuerda que...
+¿Cómo te llamas?
-Rubén, ¿y tú pequeña?
+Ali..Alicia. Pero para ti Señorita López.
-Un placer conocerla Señorita López. 
+Igualmente, Rubén.
Y de pronto, sin entender, empiezo a correr bajo la lluvia, necesito sentirme libre, sentir que yo soy la que importa en mi vida, que tengo que ser feliz por mi misma. Rubén me sigue pocos pasos atrás, mirándome y sonriendo como un tonto. Tira el paraguas al suelo y viene hacia mi para cogerme en voladas y hacerme girar, dar vueltas y vueltas empapándonos. A mi no me importa. A él tampoco.
-Señorita, no sabía que usted estuviese tan loca.
+Me encanta serlo.
Me deja en el suelo y con sus nudillos me acaricia la mejilla levemente.
-¿Vives aquí?
+Sí, un apartamento, lo que me puedo permitir con el sueldo de camarera.
Sonríe. Esa sonrisa.
Busco las llaves en mi bolso. Nunca suelo utilizarlos ya que me gusta más guardar el móvil y las llaves en los bolsillos de mis vaqueros preferidos. Tardo un poco en encontrarlas, definitivamente, no voy a volver a utilizar un bolso en mi vida. 
-Buenas noches Señorita López y ha sido un placer compartir mi paraguas con usted.
+Buenas noches Rubén.
Bajo la mirada y entro en el portal. Veo que se queda plantado ahí hasta que subo los dos tramos de escaleras. Luego se va, caminando por donde hemos venido en la oscura noche de otoño.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Capítulo 1.

Que un clavo saca a otro clavo dicen, que mentira más grande. No se que hago aquí, en esta cama redonda de seda negra, no lo entiendo. Todo era más fácil junto a él, no me hacía tantas preguntas, solo habían respuestas, él, Hector... le echo de menos.
-Hola.
Esa voz me sobresalta hasta tal punto de hacer caer el móvil que sostenía entre mis manos. Soy incapaz de mirarle.
+Mejor me voy, mañana tengo trabajo.
Es verdad, el curro, si llego otra vez tarde me matarán.
-Sí, dentro de nada volverá Elena.
Me levanto de la cama y me doy la vuelta para evitar que vea la sonrisa que tengo incrustada ahora mismo en mi cara. Tiene novia, me lo dijo. Pero acabo de tener sexo con él. Hombres... piensan con el pene.
Me visto lo más rápido que puedo. Necesito salir de aquí. Me estoy agobiando demasiado.
-Te llamaré cariño.
+No, mejor no.
-¿Estás segura preciosa?
Sonríe. Esa sonrisa...
+Sí.
Y salgo dando un portazo.
¿Qué he hecho? ¿Por qué? Yo no era así... Yo creía en los finales felices, en lo de comer perdices para siempre. Me habré convertido en la bruja mala.
Bajo las escaleras hasta la calle. Mierda, está lloviendo y yo con un vestido y tacones. Bah, no importa.
Solo son las diez de la noche y todavía hay mucha gente paseando. Muchas parejas. Empiezo a recordar y las lágrimas inundan mis ojos. Menos mal que está lloviendo y apenas se nota que estoy llorando. El semáforo está en rojo, me quedo plantada ahí, esperando cuando justo a mi lado se sitúa un chico.
-Creo que así está mejor.
Se pega un poco más a mi y comparte conmigo su paraguas amarillo.
+No hace falta, mi casa no está lejos de aquí.
-¿Segura?
+Sí...
-Empezamos mal nuestra relación cariño, me estás mintiendo.
Sonreímos a la misma vez mientras nos miramos y nos disponemos a seguir caminando por la avenida.